Cómplices

Domingo, 3 de junio de 2012


Aunque amanezca nuboso, aunque la noche haya regalado lluvia limpiadora y refrescante a estas tierras, el tiempo invita al disfrute del aire libre, a la contemplación de cuanto nos rodea, a levantar la cabeza de la pantalla del ordenador, a acumular más tiempo con los ojos y los oídos y el resto de sentidos puestos en lo que nos rodea, dejándonos abrazar por ello, sumergiéndose en sus aguas.
No es verano aún, pero uno siente que sus heraldos están cerca, se aproximan con sus nuevas propuestas para rellenar las horas de los días con otras cosas. Igual que las perchas de los armarios nos ofrecen ya prendas bien distintas de las que tenían hace unas semanas, así los días, así la luz, así la temperatura.
A veces uno intenta hacer todo, poder con todo, pero conviene asumir que uno no se puede vestir (al mismo tiempo, el mismo día) con una camisa de manga corta y con un abrigo de paño grueso.
El tiempo, pues, como las mangas de las camisas o el grosor de las telas, pide que adelgacemos y acortemos algunas actividades, para que el sol del cielo, de las personas y de las cosas dé fuerzas y color a nuestras vidas.